El fin de semana volvà a esa playa que tanto me gusta, fue como una lluvia
de recuerdos debido a la cantidad de tiempo que no habÃa podido visitarla. Me desperté
temprano en la mañana y bajé a contemplar la sabidurÃa del mar. Me senté en la
arena frente al reventar de las olas, y comenzaron a aparecer las imágenes en
mi mente.
Todos los dÃas nos juntábamos en la plaza de la villa después de almuerzo,
cada uno con su toalla, y partÃamos rumbo al mar, al llegar a la costa y luego
de 20 minutos de caminata, no precisamente porque fuera mucha la distancia,
sino que por lo apasionados que éramos parábamos en todos los lugares que nos
proporcionaran un poco de intimidad para aprovechar algún beso o agarrón
sorpresivo, ¡Cómo me encantaba esa complicidad!.
Ya de frente al mar, nos ponÃamos a caminar por la costa en dirección al
norte, ya que sabÃamos que luego de otros 30 minutos de caminata, esta vez sin
paradas, llegarÃamos a algún lugar más privado. Ya podÃamos ver la duna que nos
amparaba cada dÃa, llegábamos, y estirábamos una toalla para usarla de cubre
arena, la otra era para cubrir nuestros cuerpos que rápidamente quedaban
despojados de sus ropas. EscondÃamos tu bikini y mi short entre la toalla y la
arena y comenzaba nuestra sesión diaria de pasión, como adoraba esos dÃas, ¡Cómo
me encantaba tu cuerpo apretado, contorneado y juvenil!.
Mi parte favorita era cuando para tu tranquilidad, y luego de finalizar
nuestra tarde de descontrol, te ponÃas sobre mis rodillas y me dabas el número
del dÃa del calendario para recibir tus nalgadas por ser una chica tan pilla.
Te encantaba jugar a ser una pequeña niña mal criada, pero te encantaba más
cuando a fin de mes tu trasero enrojecido era consolado por unas caricias
posteriores al juego, y especialmente cuando perdÃa mis dedos entre los
misterios de tu cuerpo.
En ese momento abrà mis ojos, y me encontré con esa playa desierta, era temporada baja y los turistas se encontraban en sus labores. Caminé hasta el lugar que nos amparaba todos los dÃas, me senté nuevamente y comencé a recordar ese dÃa en especial, el de tu cumpleaños...
Continuará
Un poco de chancla o zapatilla no estaba de mas
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