jueves, 21 de junio de 2012

Mi Amiga Extranjera

Las imágenes son claras en mi cabeza. A ratos no necesito inspiración para escribir. Sé que no soy el mejor escritor pero intento traspasar mis sentimientos, percepciones y emociones a través de estos relatos. Qué lástima esconderse bajo nombres ficticios y páginas de internet para expresar las fantasías más deseadas por nosotros mismos, pero gracias a este medio puedo comunicarlo de la manera más real y fidedigna posible.

Fue un día de locura, todo comenzó durante la tarde, mientras estudiaba para una prueba que tenía en un rato más. Sonó el celular, era mi mejor amigo de la universidad que venía saliendo de su propia prueba. Le dije que me encontraba en la biblioteca y llegó en un par de minutos. Venía con una sonrisa en la cara y con expresión de estar planeando algo. -Ya deja de estudiar si escuché que va a estar fácil tu prueba- dijo como para suavizar la propuesta que me traía. Yo siempre he sido un tipo responsable, no importa si hay que quedarse hasta muy tarde trabajando, pero la prioridad siempre es cumplir con un compromiso de trabajo. Enrique me dijo que tenía una fiesta hoy con las alumnas de intercambio de la facultad entre las cuales se encontraban las francesas, alemanas y norteamericanas, además de las brasileras, uruguayas y colombianas. Como pocas veces ocurría, lo miré cansado. Mi expresión denotaba el estrés de toda la semana, pero contrario a las expectativas le dije que lo acompañaba, aún debíamos sumar un refuerzo más para concretar el plan de conocer a las extranjeras elegidas.

Llamamos a Sehim, quien no destaca principalmente por su físico pero sí por una gran simpatía y buena llegada con los grupos desconocidos. Matt era el encargado de la colombiana, quien nos había reconocido tenerle muchas ganas desde hace un tiempo y yo sólo quería quedarme con Brasil. No entiendo bien la genética que tienen esos brasileros pero que perfectos que son los traseros de esas chicas, no podía evitar mirárselo cada vez que pasaba cerca mío.

Nos juntamos antes en la casa de Enrique a tomar un poco de alcohol, tomamos un taxi y nos fuimos al lugar de la fiesta. No había mucha gente, parecía más una reunión de amigos que una fiesta, sólo había 5 chicas y nosotros.

La dinámica fue sentarnos en una mesa, servirnos alcohol y comenzar a jugar juegos de cartas que tenían como penitencia beber luego de cometer alguna falta a las reglas. El objetivo del juego era que todos bebieran la mayor cantidad posible de alcohol, lo que conseguimos rápidamente. Ya con unos tragos encima, la dueña de casa fue a buscar el juego "Twister"*, y el que se caía debía quitarse una prenda para poder reingresar al juego. El que se retiraba antes de quitarse todas sus prendas, recibiría una penitencia por parte del grupo que partía por quitarse la ropa por lo que existían incentivos fuertes para no salirse del juego.


Como el juego era para 4, y la idea es que hubiera dos hombres y dos mujeres, por lo que algunos integrantes quedaron sin jugar, entre ellos yo y mi amiga brasilera, por lo que nos sentamos en el sofá del living a conversar y conocernos. Realmente era una chica muy atractiva, morena, pelo ondulado, con muy buenas proporciones y curvas, ojos verdes y estatura sobre el promedio, pero si había algún atributo que destacar por sobre el resto, ese era su bien contorneado y marcado trasero. Me llamaba increíblemente la atención como ese trasero tan grande no desproporcionaba su menuda figura, es más, lograban una combinación realmente preciosa.

Entre la conversación, se nos ocurrió apostar quiénes serían los ganadores y perdedores del Twister. Le pareció divertido y bajo la influencia del alcohol tal vez no podíamos dimensionar las consecuencias de la apuesta. Creamos una especie de "tabla de pagos" que indicaba que pasaría con cada acierto y equivocación de los cuatro personajes en cuestión. Los aciertos serían besos primero en la boca, luego en la oreja, abdomen y finalmente en el sexo. Las equivocaciones serían una, venda en los ojos, luego atar manos, luego pies y finalmente ser atado/a en un lugar fijo (cama, reja, protección, mesa, silla, etc.) En el Twister estaba Enrique, Matt, una francesa y la uruguaya.

Mi apuesta era que Matt, sería el primero en car debido a su contextura más gruesa, la segunda sería la uruguaya que se encontraba bastante bebida, tercero Enrique porque su única competencia hasta ese entonces practicaba gimnasia artística en la universidad y se encontraba en mejor estado de alcohol que los demás. No le dije mis razones para que no me copiara la apuesta, sino que sólo le entregué mi proyección. Ella por su parte dijo que primero caería Enrique a quien tildaba de "tieso", luego Matt por ser tan "gordito", luego la uruguaya, que a esa altura aumentaba considerablemente su estado de ebriedad, y finalmente la francesa quien era su amiga.

Ya las apuestas estaban realizadas y el ganador sería el que más aciertos tuviera. Por cada acierto se tendría un premio a elección del contrincante, y el ganador de la serie (el que tuviera más aciertos) elegiría su propio premio por parte del otro. El perdedor, en este caso debería asumir una penitencia y debería además quitarse una prenda por cada equivocación cometida en el presagio, incluidos ambos.

Cerrada la apuesta nos dedicamos a observar como ocurrían los resultados en la realidad. Las primeras 4 rondas transcurrieron con normalidad, aunque ya empezaban a formarse las poses extrañas típicas de este juego. Quinta ronda, pie derecho amarillo, y el primer concursante en caer es Matt. Desde ese mismo momento comenzaba a dibujarse una ligera sonrisa en mi rostro, ya que de seguir con esa racha el premio podría ser realmente suculento, premio a elección, castigo a elección y prendas fuera. Una vez que Matt se retiró de la alfombra, pasaron a la siguiente ronda, mano derecha, amarillo. Para sorpresa de ambos, el segundo en caer fue Enrique, por lo que los dos perdíamos la apuesta. El panorama era muy interesante en ese entonces, las posibilidades eran que si mi amiga acertaba la siguiente apuesta, automáticamente acertaba la subsiguiente, ganando el juego, pero si ella fallaba, perdía automáticamente. Su tercera apuesta era para la uruguaya, recordando que sólo quedaban las mujeres en el juego. Esa noche la suerte estuvo de mi lado y me regalo la posibilidad de que primero callera la francesa y finalmente la uruguaya. 

En resumen, yo había ganado 1 y perdido 3, pero ella había perdido las 4 apuestas por lo que el panorama se le ponía un poco desfavorable. Debía cumplir una penitencia determinada por mí, debía darme un premio que yo eligiera y además debía vendarse los ojos y quedar atada a un objeto. Para rematar sus desgracias, debía quitarse 7 prendas ya que entre los dos habíamos errado 7 de 8 apuestas. Su estado alcohólico le impedía dimensionar todas las cosas que tenía que hacer pero la verdad yo ya imaginaba cada paso del castigo y fantaseaba con las posibilidades.

Nos fuimos a una de las habitaciones y cerramos con pestillo, debido a su estado no intentó siquiera reclamar, sólo se dejaba llevar y asumía su responsabilidad. Paso uno, tomé una especie de velo negro que había en uno de los cajones y procedí a vendar sus ojos para que no pudiera ver lo que iba sucediendo y que era parte de su castigo pre establecido. Sentía como se impacientaba y temblaba ligeramente. Paso dos, cobré el premio por haber acertado la primera apuesta y la bese largamente, con pasión y mucha excitación. Es un poco indescriptible relatar las cosas que me pasaron cuando sentía el contacto con sus labios, sabía muy bien excitar por medio de sus besos.


Luego de ese largo beso, procedí a elegir las 7 prendas que debía sacarse. Comencé por los zapatos (1), luego el delgado chaleco que cubría sus brazos y espalda (2), luego sus jeans (3), su polera (4), sus panties (5) y en ese momento sólo vestía su pequeño tanga negro y su sujetador. Decidí dejarle esas prendas para que no fuera todo tan repentino y pasé a decirle que mi premio sería que me diera sexo oral hasta que yo le indicara que se detuviera. Sin mayor protesta se arrodilló y comenzó a buscar con sus manos el cierre de mi pantalón para bajarlo, acarició mi miembro por fuera del pantalón, acercó su boca e intentó morder suavemente desde el exterior. Bajó lentamente el cierre, luego el pantalón y jugó un rato entre mi boxer y su boca y manos. Luego de unos minutos y sin previo aviso tomo con ambas manos mi prenda y de un tirón la bajó hasta mis rodillas, me sorprendió la expertiz con que realizó esta maniobra ya que sin perder el tiempo tenía todo dentro de su boca, usaba muy bien su lengua, apretaba suavemente mis testículos pasando de vez en cuando sus uñas como para causar cosquillas. Luego de eso comenzó un juego de besos y masturbación intercalados que le venían muy bien en su rol de "sumisa". Luego de unos largos minutos y de haber experimentado muchas de sus técnicas, la tomé por el pelo y la dejé sobre la cama, procedí a atar sus extremidades a cada extremo de la cama, ella estaba boca abajo. Comencé por sus muñecas y antes de atar sus tobillos procedí a quitarle de un sólo tirón su tanga negra dejando a mi disposición su trasero y sexo. Tomé varios cojines y almohadas y los puse bajo su pelvis, logrando una mejor vista y disposición de sus partes íntimas. terminé de atar sus tobillos y contemplé por unos minutos la escena. 

La siguiente actividad fue su castigo, le comenté que serían 20 azotes con el cinturón, y que debía contarlos en voz alta uno a uno, al final de cada golpe debía decir "Gracias señor", lo que en su acento brasilero sonaba realmente excitante. Le pregunte antes de comenzar y luego de aprovechar de acariciar su trasero, si alguna vez había recibido este tipo de penitencias o castigos, me dijo que nunca y que se encontraba un poco nerviosa. ya en esa situación comenzaba a disminuir el efecto del alcohol. Entre preguntas y respuestas, sin previo aviso, calló el primer azote. La encontré completamente desconcentrada y soltó un alarido con aires de grito que me hizo pensar que alguien podría escucharnos. Me acerqué a la puerta y oí que la música estaba bastante fuerte como para que eso sucediera. Volví a su trasero, acaricié sobre las ligeras marcas que aparecieron después del primer azote y le susurré al oído que deberíamos empezar de nuevo ya que no había cumplido la orden post nalgada. Ahora sí empezaba a alegar que eso era injusto, que me estaba aprovechando de la situación y que ya no quería jugar más. Le pregunté si para ella esto era un juego, porque para mí era una penitencia que estaba pagando y que había ganado justamente. Mientras detallaba los argumentos de su respuesta llegó el segundo golpe del cuero que la hizo saltar de la cama. Esperé un instante, seguí alegando contra mí, por lo que le recordé que nuevamente había faltado a decir el número de la nalgada. Le dije que mientras menos caso hiciera más largo y dolorosa sería la penitencia.


Esperé que se calmara y que disminuyera un poco el picor del último impacto para continuar con su castigo que cada vez me excitaba más al mismo tiempo que se enrojecían sus preciosas nalgas. los azotes transcurrieron entre conversación, cariños esporádicos en las zonas afectadas y sorpresa. A medida que transcurrían más azotes, los quejidos eran más altos en volumen e intensidad, las líneas rojas de su trasero se marcaban más y mi mano consolaba más su dolorido trasero, en la número 15 me detuve un instante para chequear el estado de sus glúteos que se veían bastante damnificados, acaricié lentamente sus nalgas subiendo por su espalda y llegando hasta su cuello y pelo. Eso la excitaba ya que movía su cuerpo como pidiendo más acción. Volví a bajar mi mano lentamente repitiendo el recorrido a la inversa pero la última estación esta vez no fue su trasero, ya que aún quedaba una estación un tanto más lejos. al llegar se sobresaltó por un instante, pero no tanto como cuando sintió primero mis dedos, y luego mis labios y lengua recorriendo aquella escondida localidad en el centro de aquella gran región. El cinturón calló al suelo, la liberé de manos y pies. Una vez libre dió media vuelta y comenzó una desenfrenada noche de pasión, entre besos abrazos, mordidas y rasguños, le susurré nuevamente al oído que me debía 5 azotes aún, a lo que ella respondió de manera sexy y provocadora que mejor los cobraba más tarde con intereses.


*Twister es un juego donde 4 integrantes deben tocar una alfombra marcada con 4 colores diferentes con sus manos o pies, según lo indique una ruleta logrando tomar distintas posiciones y contorsiones. El objetivo de juego es no caerse o perder la última posición que asumes.

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