A veces recuerdo aquellas mañanas, cuando sigilosamente despertabas y comenzabas a buscar tu ropa. Probablemente estabas afectada por el alcohol que habÃamos comprado el dÃa anterior para no tener que buscar ninguna excusa para llevar a cabo todas nuestras fantasÃas, incluso las más ocultas. Llevábamos casi cuatro meses saliendo y hace dos que mantenÃamos relaciones en tu departamento o el mÃo luego de algún llamado de emergencia para salvar alguna noche de fiestas poco productivas en términos corporales. Creo que lo que más nos atrajo además del fÃsico, fue que respetáramos el salir para pasarlo bien más que para buscar sólo saciar las necesidades básicas de afecto en el otro.
Recuerdo aquella mañana, habÃamos bebido en exceso, lo primero que hice al despertar, fue observar tu hermosa figura buscando por todos los rincones tus pequeños colaless que seguramente habrÃa tirado luego de una apasionada previa al encuentro cercano que habÃamos tenido aquella noche. la idea era hacerme el dormido para que no tuvieras vergüenza en exhibir tu delicada figura ante mis ojos.
Te acercaste un poco, volteaste y te agachaste para recoger tu ropa Ãntima que estaba bajo el mueble del costado. Mi cuerpo tuvo una reacción inmediata a aquella postal que acababa de posarse frente a mÃ. Al apreciar tus nalgas con una mejor perspectiva, me percaté de un detalle que me hizo empezar a recordar poco a poco lo que habrÃa ocurrido la noche anterior.
HabÃamos bebido demasiado, comenzamos con unas cervezas, que pasaron luego a unos terremotos, para finalizar con unas buenas piscolas de alto. No habÃa sido tanto la cantidad sino el tiempo que habÃamos tardado en consumir todo ese alcohol que ahora no me dejaba recordar claramente lo que habrÃa sucedido. Mi actitud frente a la pérdida temporal de la memoria no era la más preocupada seguramente a que ya me estaba acostumbrando a amanecer con tu trasero buscando tu ropa interior por algún lugar de la pieza, realmente me encantaba tirarla a un lugar escondido de la pieza durante la noche para observarte desnuda en búsqueda del tesoro por la mañana siguiente.
Ese nivel de fogosÃsmo que nos expresábamos cada vez
que nos veÃamos, tenÃa su razón de ser en los años que habÃamos tenido que
aguantarnos para poder besarnos otra vez, solÃamos vernos en los veranos,
siempre en el mismo lugar, saciar nuestra pasión de todo un año sin vernos y
recargar la energÃa para enfrentar otros 9 meses sin contacto, pero ya habÃan
pasado 7 años de la última vez. Tu llegabas con pololo un año, yo con polola al
otro y asÃ. Ahora nos reencontrábamos en una fiesta de la capital ambos
casualmente solteros y buscando emparejarnos con alguien esa noche.
No fueron necesarias ni muchas preguntas ni muchas canciones para decidir dejar a nuestros respectivos amigos dentro para irnos a algún lugar a conversar mejor. Hoy conmemorábamos 4 meses desde aquella vez y 2 desde que habÃamos intimado nuevamente.
Todo comenzó por recordar los viejos tiempos, las salidas nocturnas clandestinas, las noches en aquella plaza, la arena en nuestros cuerpos desnudos por la noche, los juegos eróticos y otras cosas que solÃamos hacer. Rápidamente pasamos a culpabilizar al causante de que por más de 10 años no habÃamos tenido contacto, siempre acompañado el argumento, bueno o malo, de un trago de piscola. No nos dimos ni cuenta como ambos terminamos sólo con nuestra ropa interior forcejeando sobre la cama para quitarnos las prendas que quedaban. De pronto te cargue hacia mà y caÃste sobre mis rodillas. Recordé aquel episodio cuando te tuve del mismo modo, con tus jeans al borde de una cuneta en la playa algunos años atrás. Tus nalgas se veÃan realmente hermosas, grandes y contorneadas. Los colaless negros que usabas ese dÃa contrastaban perfectamente con la poca luz que nos acompañaba, recuerdo pedirte contar cada una de las nalgadas y acompañarlas por un "Gracias señor, ¿Puede darme más?", no tenÃas conciencia del dolor en ese momento, ni menos yo de la fuerza, por lo que comenzó una serie de nalgadas, donde luego de unas 20 con respectivo aumento de intensidad y frecuencia, tuve que reiniciar debido a que olvidaste el número de nalgada en la que Ãbamos.
Está bien, comenzaremos nuevamente, pero esta será tu
última oportunidad, no me hagas utilizar el cinturón. SabÃa que le temÃas, por
lo que te concentraste mucho a pesar de tu estado alcoholizado en no perder la
cuenta esta vez. Zas!.. Uno, gracias señor, ¿Puede darme más? Zas!.. Dos... AsÃ
estuvimos hasta la 29, porque a la siguiente olvidaste la cuenta, y entre
lágrimas comenzaste a suplicar que no reiniciáramos el castigo, te ordene
levantarte de mis rodillas, te paraste a mi lado con actitud de niña
arrepentida, te dije que te quitaras el colaless, orden que acataste
lentamente, dejaste al descubierto tu rasurado pubis, me excitó sobremanera
tenerte a mi merced. Ponte sobre la cama y levanta tu trasero lo más que
puedas. Me hiciste caso, estabas entregada a tu castigo, que también
disfrutabas en secreto como aquella vez en la playa. Desde esa posición tenÃa
una visión privilegiada de tus rincones más prohibidos. Recuerdo haber
contemplado con calma y detención todo tu cuerpo, agregando verbalmente que tus
nalgas se veÃan algo enrojecidas por lo que tendrÃamos que tomar la temperatura
de tu cuerpo para chequear que nada marchara de forma irregular, te ordené
esperar en esa posición. Fui hasta el baño y traje el termómetro que allà habÃa,
lo destapé y lo introduje lentamente en tu trasero, al primer contacto con el
vidrio frio tuviste un pequeño sobresalto, que reproche de una nalgada
automática en tus nalgas ya doloridas. Esperé unos minutos, siempre afirmando
el termómetro entre tus nalgas, lo revisé y te ordené levantarte, ya habÃa sido
suficiente. El cinturón quedarÃa para la próxima oportunidad, ya no aguantaba
las ganas de poseerte, fundirme con tu cuerpo y seguir con nuestras fantasÃas
esa noche, te levantaste y me amaste de una forma apasionada, cariñosa y con
mucha fogosidad.
SeguÃa ahà haciéndome el dormido
contemplando tus nalgas enrojecidas, ahora lo entendÃa, bostecé fuerte y
sobresaltada cubriste tu trasero expuesto poniéndote rápidamente tu ropa
interior, hoy me tocaba hacer el desayuno, terminamos en la cocina desayunándonos
el uno al otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario